El infinito de uno mismo

En esta obra, he querido explorar los distintos reflejos de mí misma, esos que se traducen en emociones, pensamientos y decisiones que van cambiando y evolucionando a lo largo de mi vida. El marco infinito simboliza cómo cada experiencia deja una huella en mí, como si se grabara en un espejo interminable. Cada reflejo representa una parte de mí: momentos de introspección, de cambio, de lucha, pero también de aceptación.

El gesto que muestro, con una mano tocando mi cabello, refleja un instante de conexión conmigo misma, una pausa para observar todas las versiones de quien soy. No hay rechazo hacia esos reflejos, sino una aceptación de que cada emoción y cada etapa vivida han sido necesarias para construir mi camino.

El marco, con su oro desgastado, representa lo valioso de cada experiencia, incluso aquellas que dolieron o fueron difíciles de enfrentar. Todo forma parte de mí. Los reflejos se superponen, como un diálogo constante entre mi presente y mi pasado, y me recuerdan que, aunque cambie, siempre hay algo esencial que permanece.

Esta obra es un recordatorio de que nuestras emociones no solo nos acompañan; nos definen, nos moldean y, al final, nos impulsan. Es un homenaje a esa dualidad interna que todos llevamos dentro y a la lucha por equilibrar nuestras emociones para seguir adelante.

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