"Los muros internos que creamos no siempre son visibles, pero nos delimitan."

En esta obra he querido representar la caída de mis propios muros, esos que construí conscientemente para proteger mi mundo interior. Fueron un refugio necesario en su momento, pero también un límite que contuvo un torrente de emociones esperando ser liberado.

La mujer en el centro, rodeada de luces y sombras, simboliza ese enfrentamiento con los muros internos. A su alrededor, pequeños detalles cobran vida: ventanas abiertas hacia lo esencial y fragmentos de historias que permanecen como un susurro en el fondo de la escena. Estos detalles son parte de un diálogo silencioso con el espectador, invitándolo a detenerse y descubrir lo que, a primera vista, podría pasar desapercibido.

Las nubes, en simbiosis con la pared, representan el proceso de transformación. Lo rígido comienza a desvanecerse, dejando espacio para que lo contenido fluya, para que lo invisible se vuelva visible. Es el momento en el que las barreras caen y lo que estaba atrapado encuentra su lugar.

Esta serie fue uno de mis primeros trabajos como LexArt, y su creación marcó un punto de inflexión. Refleja un proceso íntimo, no un acto de destrucción, sino de transformación. Permitir que las barreras caigan y dar espacio a lo que realmente importa. Porque, al final, son esos pequeños detalles, esas luces y ventanas hacia el exterior, los que nos recuerdan quiénes somos y hacia dónde queremos ir.